domingo, 28 de diciembre de 2014

Abrahán pensó seguramente: Dios es capaz de resucitar a los muertos. Por eso recobró a su hijo, lo que tiene un sentido simbólico para nosotros. Hb 11, 19

Una de las lecturas de la fiesta de la Sagrada Familia menciona el versículo con que abro este espacio de reflexión. 

Yo sabía, porque me enseñaron, que Abrahán es el padre de la fe, pero hoy creo que ya deja de ser un conocimiento y pasa a ser un sentimiento. Me hace pensar en... ¿Qué tanto pienso que Dios puede hacer en mi vida? ¿Qué tanto creo que Dios es Dios? ¿Qué tanto creo que él pueda modificar mi corazón, cómo el alfarero el barro?

Jesús increpa a la tempestad y esta se calma, uno le pregunta "si quieres puedes sanarme" y él contesta "quiero". Dios es el rey de la creación, él que todo lo puede, y pienso en los problemas de las personas, las enfermedades, las separaciones, el hambre y la pobreza, y todo eso es nada al lado de mi Dios que es capaz de resucitar a los muertos, ¿qué hace falta?

La palabra te invita a creer, a creer que Dios es capaz y hace promesas,¿te acordas la última vez que Dios te prometió algo? ¿sentiste alguna vez que Dios te prometió algo?, yo sí.

Para nuestra bendición, Dios no tiene la misma memoria que el hombre, Dios no olvida su promesa, pero te vas a preguntar ¿dónde están esas promesas? en su palabra... ahí se encuentra el tesoro más grande para los que creemos en Dios.


En el libro del Génesis en el capítulo 15, Dios le promete a Abrám:
1. Ser un escudo.
2. Una recompensa
3. Una descendecia, mayor que el número de las estrellas.

Y todo esto se centra en que Abrám creyó... (cuantas veces pensamos que nuestro problema no tiene solución, o que solamente la solución que tenemos dibujada en nuestra mente es la única) y porque el amor de Dios es más grande, y él amó primero, Dios hace una alianza con Abram dándole un nombre nuevo, Abraham.

Y creyó Abram a Yavé, el que lo tuvo en adelante por un hombre justo.  Gn 15, 6

El nombre es otro regalo de Dios, cuando Dios te da un nombre significa que sos de él y para él, hijo suyo completo sin restricciones, vos sos su hijo y el te hace promesas como un padre lo hace a su niño pequeño, pero hay que creer como Abraham que, Dios es capaz de resucitar a los muertos.

Imita de Abrahám su forma de conversar con Dios, deja que Dios hable, porque en esta conversación es más importante lo que Él tiene para decirnos que lo que nosotros le decimos.

El padre de la fe le escuchó y la fe viene del oir; las ovejas mansas escuchan la voz de su pastor.

Así también no confundamos a Dios como un "vending machine" a quien metemos las monedas de la oración, apretamos unos números y listo!, obtenemos lo que queremos... Dios por sobre todo sabe lo que nos conviene, por eso si no llega lo esperado, es por algo y para algo. La gracia de Dios nunca deja de dar ese remedio que necesitamos para el alma. Basta creer.

Abrahám creyó... y ese creer vino de conversar con él, y eso viene de la íntimidad de aquel que nos dió un nombre y por ese nombre nos llama, no para reclamarnos, sino para hacernos una promesa que no va a olvidar.


La fe es el fundamento de lo que se espera. Heb 11, 1

Espera en el Señor, y te enseñará cosas grandes... (Jr 33, 3) ¡Qué Dios te bendiga!

martes, 5 de agosto de 2014

Seguir trabajando


Muchos samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por las palabras de la mujer que atestiguaba: "Me ha dicho todo lo que he hecho." (Jn 4, 39)


A veces no hace falta grandes discursos para predicar la palabra de Dios. Con el ejemplo de la samaritana podemos llegar a entender que se trata de siemplemente decirle al otro, "me ha dicho todo lo que he hecho", es decir el Señor, en un encuentro me dijo que me conoce y aún así me llama por mi nombre.

Este texto tiene una vigencia en el presente, ya que en los tiempos que estamos viviendo hay enfermedades, injusticias en el gobierno, guerra, y otros males que atormentan la paz, y sin que eso nos tire para abajo el ánimo, hace falta la voz de esa samaritana para que muchos otros crean en él.

Leí en un libro que decía, cuando uno quiere dar consuelo lo primero que trata es de justificar a Dios, y en su justificación queremos primero justificar nuestra fe débil. Pero en esa fe débil el Señor no deja de actuar, de una u otra forma él se manifiesta, él en el prójimo dice "dame de beber".

Esta reflexión está dirigida a todos los que sientan el llamado (según su carisma) a la conversión de corazones para Cristo y que hoy más que nunca podemos recordar lo que decía el Papa Francisco:

"No se queden balconeando en la vida, no sean simples expectadores. ¡Jueguen en el equipo de Cristo!"

¡La samaritana hizo eso! y en la palabra dice, que muchos creyeron por haberla escuchado.

En la lectura del domingo 3 de agosto de 2014, el Señor nos dice:

 "No es necesario que se vayan, denles de comer ustedes mismos". (Mt. 14, 16)

Aquí es donde retomamos esa misión en estos tiempos de crisis, aquí es donde nos volvemos a lo simple, en donde "kerigma" actua, esa vivencia de lo cotidiano iluminado por la presencia de Cristo, a pesar de que el mundo nos quiera decir que él no existe, o que solo es una etapa de la vida.

Se podría profundizar más el libro de Hechos en el capítulo 4, pero me quedo con esta cita:

No podemos nosotros dejar de hablar de lo que hemos visto y oído. Hc 4, 20

Habrá cosas que no podremos explicar, y otras que no nos correspondan, pero hoy el mundo necesita escuchar de nosotros "todo lo que el Señor ha hecho en nuestras vidas".


¡Qué Dios te bendiga y mucha fuerza en tu tarea de evangelización!

P.D.: Recordá que la Samaritana pidió el agua de Cristo, esa agua es el binomio que Juan Pablo II nos decía "Formación y Espiritualidad". Apostoles mejores formados, mensaje mejor entregado :)