martes, 29 de octubre de 2013

Palabras de consuelo

"Jesús lloró." Jn 11, 35

Ser instrumentos del Señor implica darse a los demás aún cuando no sabemos que hacer o decir. Leí en un libro que solo aquel que sufrió es capaz de consolar y para nuestra alegría, Cristo, el que sufrió por nuestras culpas nos conoce, nos ama y nos consuela, siempre y cuando se lo dejemos.

La cita con la que abro el blog es del evangelio de Juan, la resurrección de Lázaro, uno de mis preferidos. Jesús se conmueve con lo que le sucede a su amigo. ¿Cuántas veces nos conmueve eso que le sucede al otro? De esto nos surge esas ganas de hacer algo por aquel a quien llamamos amigo.

Hoy en especial, escribo para aquellos que deben consolar. ¡Qué tarea en la que poco nos entrenan en la vida, y que muchas veces asusta!. Podemos imaginarnos todo lo que se le habrá pasado a Simón de Sirene y a Verónica en ese via crucis, uno ayuda a cargar con la cruz, y la otra limpia el rostro ensangrentado del Señor.

Primeramente, debo decirte que consolar a una persona querida o no, conocida o desconocida, uno debe procesar su propio dolor y que ese dolor solo se termina de curar cuando lo volcamos al servicio de los demás. Solo así podemos cambiar eso que nos duele por esa cosecha de alegría, así como lo dice el salmo.

"Los que siembran con lágrimas, segarán con gritos de júbilo." Salmo 126, 5

Debemos creer que hay más vida en Dios de lo que pensamos y solo él es capaz de hacer todo nuevo y de lo que es estéril en nosotros, darle el soplo de vida.

¿Quién no ha llorado la pérdida de un ser querido, el fracaso de un negocio, o la finalización de una relación de años? y ¿quién no ha recibido a un amigo o amiga en su casa para escucharlo?.

¿De donde viene el primer consuelo? 

"Ciertamente el Señor consolará a Sionconsolará todos sus lugares desoladosConvertirá su desierto en Edény sus lugares desolados en huerto del SeñorGozo y alegría se encontrarán en ellaacciones de gracias y voces de alabanza." Isaías 51: 3

Ahora bien, para recibir su consuelo solo tenemos que abrir las manos y apoyarnos en él. Me viene el ejemplo del niño pequeño, ¿qué problema podría ser más grande que los abrazos de su madre? Ahí nada importa. Así es nuestro padre, sé que muchos estarán pensando, si fue o no la voluntad de Dios que pase esto o no, son como incognitas que por propia naturaleza del hombre atacan a la cabeza, en esos momentos solo te digo que es bueno recordar que, el amor de Dios es más grande y que solo podemos conmovernos por los demás por su presencia en nuestras vidas.

"Nosotros amamos porque El nos amó primero." 1 Jn 4, 19

Con eso grabado en el corazón es que uno puede aprender a consolar, me llama la atención que para que el hombre consuele debe sentirse consolado, para que el hombre perdone, necesita experimentar verdaderamente el perdón, y en el amor pasa lo mismo, saberse que uno es amado por Dios, es el primer mandamiento, esto me enseñó una tía de corazón en mis años de peregrino.

¿Cómo consolar a una persona?, vamos a lo práctico... 

Lo primero es saber escuchar y respetar los silencios, a veces el oído es lo más importante que necesita el otro.
La psicología nos enseña que en comunicación no existe el valor cero, eso significa que, si yo te envío un mensaje de texto y no tengo respuesta, cuantitativamente el número de respuesta es cero, ahora bien, cualitativamente uno comunica que; no recibió el mensaje, que no tuvo tiempo de contestar, o que no tuvo un valor lo dicho, generalmente uno juzga de acuerdo a sus pensamientos.
De ahí es que, más importante que manejar los silencios es saber interpretarlos, sabiendo que nuestra experiencia propia será nuestra principal fuente en donde serán depositadas todas las hipótesis sobre la persona que sufre y la forma de ayudarla.

Aún así, lo importante es saber que yo tengo una estructura mental y que el otro tiene otra completamente diferente. De ahí que, no dar nada por sabido es importante. ¿Cómo se puede hacer esto?, simplemente preguntando y metacomunicandose (hablar sobre lo que se habla o dice), es muy válido, decir al otro...

  • ¿Cuándo estas en silencio, te gustaría que te pregunte o que te insista en salir o hacer algo?
  • Cuando me decis que estas triste. ¿En qué cosas pensas?
Este ejercicio sirve para entender la estructura del otro, y poder usar nuestra experiencia correctamente.

A veces no ayudamos todo lo que nos gustaría, supongo que la persona que está leyendo en este momento tiene la fe en Cristo, por ello te recuerdo que solo con el amor de Dios uno puede consolar, ya sea hablando, escuchando o abrazando. ¿Qué podes hacer vos por el que sufre? Orar... a veces solo eso basta, y es suficiente y de ahí llega el resto.

"La paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús." Filipenses 4, 7

Ya sea como consolados o como personas que consuelan, tenemos que cuidarnos de nuestro propio enojo, ya sea con Dios, con uno mismo o con los demás. ¿Cómo Dios podrá actuar en mi si no estoy en paz con mi realidad?. Una de las cosas que me sirvió y mucho es asincerarme, sincerarse ante un hermano, sacerdote, a veces no nos damos permiso de sentirnos mal, de llorar, o simplemente estar...

Lo siguiente es tenerse paciencia, todo tiene su proceso, y hay profesionales que pueden ayudar, lo espiritual y psicológico es una excelente combinación.

En la Biblia encontramos muchísimas palabras de aliento y promesas de no ser abandonados en nuestros días de angustia.

"Sean firmes y valientes, no teman ni se aterroricen ante ellos, porque el Señor tu Dios es el que va contigo; no te dejará ni te desamparará.” Deuteronomio 31, 6

A veces buscamos recetas para dar consuelo, pensamos en que si pasa "a" entonces ocurre "b", esto en la vida humana no siempre sucede, pero que mejor que dejarle a Dios actuar a través de vos entregándole tu corazón, brazos y lengua. Vos podes ser la caricia de Dios para el afligido, la palabra de aliento para el desconsolado.

"Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas? El que anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él" Juan 11, 9-10

Tenemos que andar con la luz de Dios, tenemos que tener nuestras lámparas encendidas y con el aceite suficiente para caminar por este mundo, el sufrimiento es universal, pero nosotros tenemos de nuestro lado a quien ha vencido al mundo.

Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella. Juan 11, 4

Jesús se refirió a la enfermedad de Lázaro como gloria de Dios, cuantas veces el Señor quita agua viva de esa roca estéril, Dios no desea el mal, Dios ama, y cuando obramos mal, el Señor viene en nuestro auxilio.

"No se entristezcan, porque la alegría del Señor es la fortaleza de ustedes". Nehemías 8, 10

El salmista nos revela algo que es necesario recordar en los momentos difíciles.

Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón,
Y salva a los abatidos de espíritu.
Muchas son las aflicciones del justo,
Pero de todas ellas lo libra el Señor. Salmo 34, 18-19

Dios tiene planes mejores que los nuestros a veces no lo entendemos, es momento amargo, pero el tiempo restaura los corazones, Dios los va transformando si ellos se dejan, la palabra de consuelo nace y nos lleva a nuestro Dios, nos muestra que estamos de paso por esta tierra, que todo, pero todo se acaba, excepto el amor.

Si estas pasando por momentos difíciles recordá que tu Dios es más grande que eso, y mientras más grande es tu problema, más Dios se va a gloriar en él, y si te toca consolar a alguien, recordá que no es tu batalla, no es tu voluntad, no es tu tiempo, es la batalla, voluntad y tiempo de Dios con la persona.

Que tus palabras lleven a la persona a ese único ser que no se muda, que a pesar de nuestras infidelidades él se mantiene fiel, a pesar de que no nos guste y  no disguste él no se equivoca.

No se trata de estar con una sonrisa de oreja a oreja, se trata de hacer lo mejor posible con las fuerzas de Dios, algún día tendrá sentido, tal vez no en este mundo, pero sí en su presencia, ahí estaremos como el niño en los brazos de su madre.

Recordemos que tenemos un padre cuya misericordia es más grande que los problemas de este mundo, duele, dolerá, pero el Señor estará cerca. 

"Acérquense a Dios, y El se acercará a ustedes. Limpien sus manos, pecadores; y ustedes de doble ánimo (que dudan), purifiquen sus corazones." Santiago 4, 8

Cada uno tiene su historia, cada uno tiene su proceso, pero vos podes hacer algo para construir el reino de Dios aquí en la tierra, que tus labios se llenen de su palabra, pero no por una cuestión de intelecto, sino porque experimentaste su amor.

Hoy, simplemente hoy, está con ese que sabemos que nos ama hasta el extremo de dar su vida a cambio de la nuestra. En el libro mi "Cristo Roto" (lectura recomendada) dice... "qué ridícula es una cruz sin Cristo, muéstrame tu cruz, que yo te muestro mi Cristo". (cita no textual)

Dar amor es la mejor forma de sanar y sanarse... donde hay amor está Dios y donde está Dios, nada falta.

Y Jesús lloró... (Jesús) les dijo después: Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle. Juan 11, 11.

Mi Dios es más grande que mis dudas, más grande que mis miedos, más grande que mis debilidades, por eso el corazón del buen hombre alaba a Dios en todo tiempo, porque la magnitud de lo que Dios hace en nosotros supera lo poco que somos. Podemos, si queremos, hallar paz en la tormenta.

¡Qué Dios te bendiga! Desde donde estés no te quedes ahí estático, el mundo te necesita.

"Como Él, le demostremos nuestro amor con la propia vida y lo llevemos a la práctica hasta las últimas consecuencias, incluso en las circunstancias más pequeñas de cada día: “Obras son amores, que no buenas razones”." P. Sergio Córdova LC encontrado en Catholic.net
(liniers)

1 comentario:

  1. la cita final lo resume todo, "actos son amores y no buenas razones", y es cierto, sea cual sea la situación que hoy nos toque vivir, no podemos olvidar o taparnos los oídos por el amor de Aquel que nos amó primero, ese amor que experimentamos en el preciso momento que Dios nos llamó a su encuentro. abrazo!

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